Arte Celtibérico en España
Celtiberia
y los celtíberos
Los celtas llegaron
a la Península Ibérica procedentes de centroeuropa.
Su asentamiento se efectuó en varias oleadas. Se cree que
hubo una primera invasión entorno al 1000 a. de C. y otra,
cuatro siglos después. En un primer momento se asentaron
en la zona norte, lo que hoy es Galicia, Asturias y el norte de
Portugal. Más tarde, entraron en contacto con los íberos
y la mezcla o fusión entre ambos es lo que ha dado lugar
la llamada cultura celtibérica.
Los
celtíberos se extendieron por Soria, Guadalajara, La Rioja,
Burgos, Aragón, Cuenca, etc. Pueden ser considerados como
un grupo étnico, ya que incorporan entidades menores, arévacos,
bellos, lusones, vettones, vacceos, pelendones y berones.
La Celtiberia
esta delimitada por la cuenca media del Ebro al Norte y Nordeste
(provincias de Soria, Logroño y parte de Zaragoza, aunque
rebasa el Ebro hacia el Norte penetrando en Álava y Navarra
hasta rozar la actual Pamplona); al Sur, por las cuencas altas del
Tajo y el Júcar (provincias de Cuenca, Guadalajara y parte
de Teruel); al Oeste se extiende hasta Madrid, Segovia, Burgos y
al Este, limita con los íberos de Levante.
La cultura celtibérica
en la Península Ibérica llegará a su fin con
la conquista romana.
Arte
Celtibéricos
Asentamientos
Los asentamientos
celtibéricos evolucionan desde los castros, hasta
la aparición de las ciudades a partir del siglo III a.C.,
pasando por pequeños poblados estables situados en lugares
estratégicos y fuertemente defendidos.
Los castros
son poblados amurallados que se levantan en las cimas de los montes.
Sus construcciones son de planta circular. Solían ser estancias
únicas realizadas con paja y barro o mampostería.
Destacan el de Las Cogotas (Ávila), el de Santa Tecla (Pontevedra),
el de Yecla de Yeltes (Salamanca).
El castro
de Yecla de Yeltes fue fundado por los vettones alrededor del
500 a. C. y ha sufrido varias ocupaciones a lo largo de su historia.
Sabemos que los celtíberos lo habitaron hacia el siglo III
a.C. y que en el siglo I d.C., los romanos vivieron en él.
Su emplazamiento
es defensivo, aprovecha las pendientes naturales del terreno y cuenta,
además, con una gruesa muralla. La puerta de acceso al castro
tiene forma de embudo, el espacio interior de acceso se va estrechando
paulatinamente creando un pasillo cada vez más estrecho que
se remata en una puerta, dejando en una situación muy vulnerable
a los posibles atacantes.
En todo el conjunto
se han encontrado grabados de animales, muy simples y esquemáticos,
representando sobre todo caballos, aunque no faltan asnos, toros
o jabalíes. Destaca una interesante escena en la que se reconocen
varios jinetes armados con lanzas que persiguen a unos jabalíes.
Ejemplos de
ciudades celtíberas son Numancia, Tiermes y
Borjabudo, en la provincia de Soria, o Contrebia Leukade,
en Aguilar del Río Alhama, La Rioja.
Numancia vivió
uno de los episodios más conocidos de la Antigüedad,
la resistencia celtíbera a la conquista romana. Se levantó
sobre un altozano. Contaba con un recinto amurallado compuesto de
dos muros paralelos de mampostería cuyo espacio intermedio
se rellenaba con piedras de barro. El núcleo principal de
la ciudad se disponía en forma ovalada. Estaba cruzada por
dos calles principales, que cortaban, a su vez, otras diez menores.
Las casas eran de planta rectangular, las paredes de adobe y las
cubiertas de barro y ramaje.
Contrebia
Leukade fue una ciudad donde se asentaron hacia el 700-750 a.
de C. los pelendones, quienes construyeron una fortificación
aprovechando un escarpe rocoso sobre el río y edificaron
casas excavadas en la roca con planta rectangular.
Más tarde, llegaron otras tribus celtíberas, los Arévacos,
ampliaron el poblado y reforzaron los sistemas defensivos con un
profundo foso excavado en la roca y una muralla que rodeaba la ciudad.
Éstos se mantuvieron hasta la llegada de los romanos, que
conquistaron la ciudad a comienzos del siglo II a. de C.
La ordenación
del interior de la ciudad se ajusta a la irregularidad del relieve.
Las casas se disponen alineadas respecto a calles bien marcadas.
Su planta es rectangular. Las más completas constan de tres
habitaciones, un vestíbulo, una habitación principal
en la que se situaba el hogar y un almacén.
Escultura
La escultura
esta representada fundamentalmente por los verracos, figuras
de piedra que representan a cerdos, toros y jabalíes. Están
talladas en bloques de granito donde se representa al animal de
cuerpo entero así como el pedestal que lo sustenta. La postura
es siempre la misma, de pie y frontal. Presentan cierta tosquedad
y esquematismo en las formas, aunque se observa la intención
de querer indicar las partes del animal mediante unas líneas
básicas que permitan identificarlos.
Su finalidad
no está muy clara, se cree que delimitaban terrenos dedicados
al pastoreo, como protectores de la ganadería, aunque también
podrían tener otro significado místico o religioso.
Se distribuyen
por el occidente de la Meseta, la mayor parte en las provincias
de Zamora, Salamanca, Ávila, Segovia, Toledo y Cáceres.
Son especialmente
famosos los Toros de Guisando. Su cronología puede
establecerse en los siglos IV y III a.C. Seguramente, fueron imágenes
protectoras en los prados vettones, ya que se situaban en sus contornos.
Son cuatro esculturas alineadas con las cabezas hacia el oeste y
apoyadas sobre basas originales.
Se pueden distinguir
algunos detalles de la anatomía del animal, como las mandíbulas,
las orejas, las rodillas, el sexo, el dorso y el rabo.
Orfebrería
Como corresponde
a grupos nómadas y guerreros, predominan las armas y los
objetos de adorno personal (joyas, broches de cinturón, diademas,
brazaletes, torques, peines, etc.), que formaban parte de la vida
cotidiana y que han aparecido en sus ajuares funerarios.
Se han encontrado
tesoros de oro y plata, como el de Drieves en Guadalajara
o el tesoro de Bedoya y otras piezas como la diadema de
Ribadeo o los torques de Viveiro.