Francisco
Ribalta. Biografía y obra
Introducción
a la vida y obra del pintor Francisco Ribalta
Francisco
Ribalta nació en Solsona (Lérida) en 1565.
Pasó su niñez y su juventud en Barcelona, donde su
padre trabajaba como sastre. Comenzó sus estudios artísticos
cuando se trasladó a Madrid, en 1581, formándose en
El Escorial dentro del último manierismo. Se relacionó
con los pintores italianos que habían venido para trabajar
en la decoración del monasterio y en especial con Navarrete.
Allí realizó su primera obra conocida, Preparativos
para la Crucifixión (1582), de clara impronta veneciana.
Hacia 1590 se
trasladó a Madrid y se cree que también visitó
Italia. En Madrid, conoció a Lope de Vega, con quien mantuvo
una estrecha amistad hasta el fin de sus días. Seguramente,
a través de Lope de Vega se enteró de que el arzobispo
Ribera buscaba artistas para varios encargos, por lo que en 1599
fue a Valencia, donde se afincó hasta su muerte en 1628.
La
influencia del naturalismo de Caravaggio, con el que probablemente
entró en contacto durante su estancia en Italia y de José
de Ribera, le llevó a evolucionar desde el lenguaje manierista
de sus inicios hacia el naturalismo tenebrista del Barroco.
El cambio definitivo se produjo hacia 1620 y fue el primer español
en destacarse por el tenebrismo de su obra. Se caracterizó
por un fuerte realismo y un gran interés en el uso de la
luz y la sombra para subrayar los volúmenes.
Sus primeros
encargos en Valencia fueron retratos y obras religiosas, como el
retablo de Santiago de Algemesí, donde se observan
las influencias de El Escorial y de de Navarrete. Poco después,
realizó la Santa Cena para el retablo mayor de la
capilla del Colegio del Corpus Christi, por encargo del arzobispo
Ribera. A partir de este momento, alcanzó gran éxito,
siendo considerado el pintor más importante de la escuela
valenciana del siglo XVII. Entre sus trabajos más importantes
de los últimos años destacan San Francisco confortado
por un ángel místico, Cristo abrazado a San
Bernardo y su famoso San Bruno, cuya imagen monumental
y austera anuncia el arte de Zurbarán.
Obra
de Francisco Ribalta
Santa Cena
(1606)
Ribalta ofrece
un punto de vista muy alto para poder plasmar a todos los personajes.
Representa a los Apóstoles reunidos con Cristo para celebrar
la Última Cena. Mientras Cristo bendice el pan y eleva sus
ojos al cielo, todos los Apóstoles están pendientes
de Él. Sin embargo, uno de ellos atrae la mirada del espectador,
ya que da la espalda a la reunión y nos mira frontalmente.
Se trata de Judas, a quien se identifica por estar acariciando una
bolsita con dinero colgada de su cinturón.
Cristo abrazado
a San Bernardo
De las obras
que realizó para la Cartuja de Portaceli entre 1625-1627
sobresalen Cristo abrazado a San Bernardo y San Bruno.
En Cristo abrazado a San Bernardo muestra un milagro de la vida
de San Bernardo, el momento en que una efigie de Cristo, a la cual
el santo rezaba desconsolado, se desclava de la cruz para abrazarlo
y consolarlo. El cuadro está realizado dentro del naturalismo
tenebrista, como se aprecia en la calidad de las telas, en los detalles
del cuerpo de Cristo y en la anatomía realista de las figuras.
Ribalta utiliza
una paleta de acusados contrastes para crear una estancia muy oscura,
en la que apenas se aprecia el fondo y un potente foco de luz artificial
que centra el punto de atención en el cuerpo desnudo de Cristo
y en el rostro del santo.
Ribalta fue
una figura clave para generaciones posteriores. Apoyó a otros
artistas de la ciudad para formar el Colegio de Pintores que los
agrupase. Su uso de la luz influyó indirectamente a numerosos
pintores españoles, como su hijo Juan Ribalta, Zurbarán
y Vicente Castelló.