José
de Madrazo. Biografía y obra
El nombre de
José de Madrazo está ligado a la introducción
del neoclasicismo característico de Jeacques-Louis David
en España.
Nació
en Santander y estudió en la Academia de San Fernando con
Gregorio Ferro y Cosme de Acuña. Obtuvo una pensión
para viajar a París, donde conoció a David y frecuentó
su taller. Durante su estancia en la capital francesa, realizó
varios retratos, dibujos y pinturas en las que ya se observa la
inspiración clásica.
En su cuadro
Cristo en la casa de Anás, pintado en París
hacia 1803, ya refleja las aspiraciones características del
Neoclasicismo en la expresión serena de la figura de Cristo,
que contrasta con la tensión del hombre con el torso desnudo.
A
principios del siglo XIX, tras la invasión francesa, Napoleón
amparándose en la debilidad de la monarquía de Carlos
IV, forzó la cesión de la corona española a
su hermano José Bonaparte.
En estos momentos,
Madrazo emigra a Roma, donde se relacionará con numerosos
artistas, entre los que destaca Ingres, con quien mantuvo una estrecha
amistad. Realizará varios cuadros de historia en los que
muestra sus dotes de dibujante, como La muerte de Lucrecia
y el juramento de Bruto, donde se reconoce el estilo de David.
La teatralidad,
la escenografía y la frialdad de sus personajes, le sitúan
entre uno de los mejores representantes de la pintura histórica.
Junto con José Aparicio, inicia la corriente de la pintura
de historia con temas de exaltación patriótica.
De 1805 es la representación alegórica de El amor
divino y el amor profano, donde vemos reminiscencias de Mengs.
Ideó
un conjunto en el que se conmemoraban cuatro acciones heroicas de
la historia, pero la única que pudo terminar fue La muerte
de Viriato, que es la obra más popular del neoclasicismo
español.
En este gran
lienzo evoca la muerte de Viriato, que era un cabecilla guerrillero
que en el siglo II a. de C. destacó por su resistencia contra
los romanos que ocupaban la Península Ibérica. Estos
sobornaron a dos de sus soldados para que lo asesinaran mientras
dormía.
José
de Madrazo además de presentar al caudillo muerto en su lecho
de campaña, muestra la tristeza y la rabia de sus compañeros
y la decisión inmediata de venganza de los dos que abandonan
la tienda de Viriato.
Este cuadro
es ejemplo de sus características más destacadas,
la importancia concedida al dibujo y un cierto descuido del color.
La luz es diáfana, unitaria, y perfila los contornos de los
objetos sin dar lugar a contrastes ni manchas.
En Roma, será
encarcelado junto a sus compañeros pensionados por negarse
a prestar fidelidad a José I en 1808 tras la invasión
francesa, y se vio obligado a pintar retratos para poder subsistir.
Un ejemplo, es el retrato de La Princesa Carini, con rostro
sereno y distante. Esta obra evidencia la calidad del dibujo de
Madrazo, a la vez, que se ha relacionado con Ingres.
Vinculado a
los reyes Carlos IV y María Luisa durante su exilio, no volverá
a España hasta 1818, cuando es nombrado pintor de cámara
gracias a la mediación de éstos. Comienza entonces
a trabajar para Fernando VII, el nuevo rey, y ejecuta el Retrato
ecuestre de Fernando VII y las cuatro pequeñas alegorías
destinadas al Casino de la Reina, la de la Aurora, el Mediodía,
el Crepúsculo y la Noche.
En 1823 es nombrado
profesor de pintura y director adjunto de la Academia de San Fernando.
En este momento, intenta reformar la enseñanza artística,
que estaba anclada en los modelos del siglo XVIII, pero se encontró
con la oposición de los elementos más conservadores
de la institución, por lo que no pudo llevarse a cabo hasta
años más tarde.
También
se dedicó al grabado, destaca por ejemplo la Colección
litográfica de cuadros del rey de España. Y fue
director del Real Establecimiento Litográfico, controlando
las grandes colecciones de grabados de la época, como la
Colección de vistas litográficas de los Sitios Reales
por orden del rey de España Fernando VII de Borbón.
Realizó
numerosos retratos, tanto individuales como colectivos, aristocráticos
y de miembros de la familia real. En su Autorretrato aparece
con una mirada intensa, que revela frialdad y fuerza de carácter.
En el retrato
de Doña Teresa Vera de Aragón, duquesa de la Roca,
el personaje se sitúa en un escenario simple, pero la atmósfera
ya le envuelve.
Será
en sus retratos, donde el pintor neoclásico hace alguna concesión
al romanticismo, alejándose de los retratos excesivamente
clásicos. Ejemplo, retrato de El doctor Orfila o el
de Don Juan Manuel García de Prada.
En 1850, durante
los últimos años de su vida, fue nombrado primer pintor
de cámara a la muerte de Vicente López y director
del Prado.